Cuando me llamó, Cinta Vidal, agradable y trabajadora donde las haya, para proponerme que sugiriera la temática y organizara un nuevo monográfico sobre educación infantil, tuve una primera tentación: proponerles al lector y a la lectora varias preguntas y dejar en blanco el resto de páginas para que cada uno fuera proponiendo sus propias respuestas.
Las preguntas que se me ocurría que podía plantear eran tales como:
– Crecer… ¿que es crecer?
– ¿Cómo sabe el niño que debe crecer?
– Crecer, sí…, pero ¿hacia dónde?
– Las coherencias, ¿ayudan a crecer? ¿Y las crisis?
– La escuela…