Vivimos en guerra. Sin embargo, anhelamos y buscamos la paz. Así es de sencillo y difícil al mismo tiempo. En guerra con nosotros mismos, con nuestro entorno social, familiar o nuestros compañeros de trabajo. Son, generalmente, guerras sordas, en las que no se usan armas de fuego, pero crueles y dañinas.
Normalmente, concebimos la ausencia de violencia con la pasividad, con la ingenuidad o la indiferencia. No acertamos a ver que violencia es cualquier cosa que pueda perjudicarnos a nosotros mismos, a otros. Confundimos paz con lejanía de la guerra. Pocas veces relacionamos paz con nuest…
