Cuando comencé a organizar actividades deportivas en 1988, el primer grupo de jóvenes que conocí, tenían entre 10-12 años y al final de la experiencia en 1998, estos mismos tenían ya entre 20-25 años.
Algunos de los resultados de este trabajo me indicaban que no habían “prosperado” mucho (ninguno se había convertido por ejemplo en deportista de élite o empresario), pero tampoco se habían reproducido las situaciones de marginación en las que se encontraban sus padres o sus hermanos más mayores. A partir de la combinación entre deporte y educación social pude constatar como se h…