Ahora que es tiempo de cerezas, os quería explicar una antigua tradición de los hogares alemanes, con la que, al placer de comerlas, podemos añadir la utilidad de sus huesos para hacer pequeñas almohadas o peluches.
Necesitamos una buena cantidad de huesos bien limpios, que indroducimos en una funda de cojín que habremos hecho con tela de algodón. Esta almohada puede tener la forma que nosotros queramos darle; dependerá de nuestra habilidad con la aguja. Puede ser un conejo, un caracol, etc., o cualquier forma abstracta. La forma definitiva se realiza con tela de toalla, con una apert…