En septiembre, después de una semana de aclimatación al nuevo curso, es habitual en nuestra escuela pasar unas pruebas estandarizadas a todos los alumnos de primaria, para medir los niveles de aprendizaje en diferentes ámbitos de las áreas instrumentales. Desde mediados de la década de los noventa, la puntuación promedio que obteníamos, año tras año, en la resolución de problemas aritméticos estaba por debajo de la media de Cataluña. Habíamos puesto en práctica algunas medidas puntuales para corregir estos resultados, pero no habían tenido éxito. Llegamos a pensar que, dadas…
Contingut només disponible per a subscriptors
Accedeix a aquest article individual per només
3€ IVA incluido
Descobreix tot el nostre contingut sense límits
Ja tens compte? Inicia sessió