Es curioso constatar la ambivalente actitud que en torno a la música se da en nuestros días. Por una parte tanto en las reformas de planes de estudios como en la mentalidad de buena parte de nuestros políticos y de nuestros intelectuales la música es como un adorno superfluo relacionado todavía con la educación decimonónica de las señoritas (que aprendían a tocar el piano para tener la oportunidad de cazar un buen partido), algo intranscendente cuando no con un cierto toque de amaneramiento.
El País
Cuando un cliente entra en una tienda y escucha música se siente arropado y tranqui…