Comprobar logros de los estudiantes cuando están relacionados con fines cargados de significados, como, por ejemplo, “ser culto” o “ciudadano responsable”, no es sencillo. No es posible tener evidencia de haber conseguido lo que se pretende, ni de todo lo que aprenden los alumnos. Los efectos, ni son siempre claros ni inmediatos. ¿Vamos a renunciar por eso a esos fines? Ése no es el caso de objetivos como “el conocer los accidentes de la Costa Brava”, un aprendizaje fácil de comprobar. Únicamente podemos pretender evaluar con seguridad lo que es sencillo de enseñar y de aprender.
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