Anagrama. Barcelona, 2008.Desde la sencillez de un relato de fácil lectura, sin excesos literarios, con precisión en las descripciones, se trata, sin duda, de un libro desgarrador. O al menos así lo he vivido yo, que, a pesar de conocer algo el mundo de la discapacidad, me he estremecido con algunos pasajes. El valor de plasmar sobre el papel la lista interminable de sentimientos que provoca la vida con alguien como Llullu es digno de admirar. Quizá el autor lo considera una necesidad, una terapia para soportar algo para lo que nadie está preparado, pero el reconocimiento público de l…
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