Si hace diez o veinte años nos hubieran preguntado cómo sería la educación sexual en el año 2000, es posible que la mayoría de nosotros hubiéramos imaginado un escenario educativo en el que este tema hubiera estado más que resuelto y organizado, abandonando, por fin, la casi eterna posición de asignatura pendiente.
Lamentablemente, la percepción generalizada, tanto entre los profesionales como entre padres y madres, y, cómo no, entre el alumnado, es que estamos todavía lejos de unos mínimos aceptables. Incluso teniendo en cuenta que existen excelentes y numerosas experiencias ed…