En este artículo deseo aportar algunos datos, interrogantes, reflexiones, etc., obtenidos a lo largo de mi experiencia de varios años de trabajo en una institución que acoge a niños que en un momento determinado de su vida necesitan de la protección institucional.
Los niños que no pueden permanecer en sus hogares, experimentan la dureza que les supone la separación, el desarraigo, el fracaso del ambiente externo, la soledad, la duda, la desconfianza, aspectos todos ellos difíciles de asimilar por quienes todavía no han adquirido, por su corta edad, los recursos personales necesarios…