Pasar del significado a la forma, y de la forma a la apropiación de la belleza de los signos. Atravesar lo simbólico con las casi únicas herramientas de la curiosidad y el atrevimiento. Acceder al mundo misterioso, sublime y cercano de lo mágico, lo primitivo, lo extraño, lo ignorado, desde el mundo del uno mismo, de los afectos, del deseo de placer, de saber, de llenarse, de gozar.
Empezar a leer como se empieza cualquier otro aprendizaje. Desde dentro, desde las ganas de “saber lo que pone ahí”, desde la ansiedad de la búsqueda, desde la inquietud y el vacío del no saber, desde el …