La comunicación, por medio de cualquier lenguaje, puede ser una tarea tan dificultosa como gratificante: una pequeña intersección que se produce entre la expresión y la percepción de dos o más interlocutores.
Si estamos de acuerdo en que la comunicación es dificultosa, posiblemente podemos afirmar la complejidad que entraña la “explicación” de la forma o del contenido de aquello que la hace posible: el lenguaje, cualquiera que sea éste. Y la imposibilidad de que un lenguaje pueda ser “explicado” a través de otro lenguaje.
Para allanar ese camino es menester acceder al metalenguaje,…