A lo largo de mi vida me ha gustado “darle vueltas a la cabeza” para poder llegar a la resolución de un problema. Esos momentos de concentración buscando ideas siempre me han entusiasmado. Pero, sobre todo, lo que me gustaba era resolver el problema, llegar al tramo final, sentir esa alegría y excitación que brota cuando una idea surge en tu cabeza y te permite en escasos instantes (aunque no siempre) alcanzar el resultado final. A veces se desencadenan secuencias de sensaciones semejantes, pues el problema requiere de un encadenamiento de ideas que tramo a tramo permiten llegar al punt…