Los juegos tradicionales constituyen la expresión lúdica de la motricidad humana a través del tiempo y forman parte de nuestro patrimonio cultural. A lo largo de la historia han sido adaptados a las características socioeconómicas de cada lugar y transmitidos de generación en generación hasta nuestros días. Practicando los juegos, el niño no sólo se divierte, sino que también desarrolla sus potencialidades físicas, intelectuales y sociales (Trigueros, 2002). Sin embargo, en este momento los juegos tradicionales no gozan de buena salud, existen signos evidentes de su decadencia, …
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