La expresión “unos padres y su hijo” evoca ante todo la imagen física de un cuerpo infantil junto a unos cuerpos adultos, y la imagen de unas relaciones afectivas muy especiales. Es verdad que los hijos se tienen con el cuerpo, que una parte de las relaciones padres-hijos son relaciones entre sus cuerpos, y que lo afectivo forma parte del núcleo central de la experiencia de la paternidad y la maternidad. Pero antes, mucho antes, de estar en los brazos y en los corazones de sus padres, los hijos están en sus cabezas. Lo están de una forma todavía impersonal, porque el niño o la niña …