Parece ser que, poco después de que Esperanza Aguirre tomara posesión de su cargo en el Ministerio de Educación y Cultura, un miembro de la Fundación Ortega y Gasset, entre los muchos informadores y consultores a través de los que, lógicamente, la ministra buscó “tomar tierra” en su departamento, le señaló que la enseñanza de la historia, y la de ese campo científico de imprecisos y subjetivos límites, llamado humanidades, había quedado muy malparado en la reforma educativa llevada a cabo por el gobierno anterior.
Un estereotipo:
Una evidencia:, minoritaria, selectiva, y preparat…