Muchos profesores y profesoras de ciencias hemos podido comprobar en alguna ocasión cómo nuestros alumnos y alumnas despiertan de la desidia o del interés forzado y monótono de clase cuando escuchan la expresión “vamos al laboratorio” o “vamos a hacer un experimento”. Entre un cierto alboroto, menudean las sonrisas, cambian las caras, y se oyen acuciantes “venga, venga…”, con evidente impaciencia.
También hemos podido constatar en nuestras aulas el poder explicativo y de interpelación que posee para el alumnado el desarrollo de una actividad práctica cuando esta requiere realmente…