Pero el pensamiento es esclavo de la vida y el tiempo que tenemos es una bufonada. , Enrique IV
El pensamiento a la vida y la vida al pensamiento, como la sangre a la justicia y la temeridad al amor, como la sabiduría a la frente, como la piedad que tiene que crecer en medio de la frescura juvenil del fango y de la miseria. Todo ello para responder al drama con la belleza, que hoy, como siempre, tiene el sentido de lo que no existe y brota desde la sorpresa, desde el silencio, desde lo incomprensible, desde la muerte y el placer que permanece.
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