Si oír supone un material preexistente a nuestra percepción y la integridad del sistema auditivo, escuchar, supone más.
Supone que se pueda oír, pero también que se preste atención a aquello que se percibe por medio del oído, rechazando voluntariamente los elementos ajenos a la audición.
Las relaciones que existen entre el acto de oír y el de escuchar ponen de relieve la importancia de los cambios y resultados esperables en el marco de la educación auditiva (Gillie-Abadie).
La diferencia entre oír, porque se cuenta con el aparato auditivo y escuchar intencionalmente, puede orientar …