Desde mis experiencias lúdicas más tempranas, he podido sentir un despliegue de sentimientos arrebatadores que me invadían al jugar y que me llevaban a confundir los espacios y los tiempos de la vida cotidiana y de las obligaciones que, desde muy pequeños, debíamos asumir… Pequeñas preocupaciones que nos significaban muchísimo esfuerzo y energía: debíamos detener el juego para atender a la voz que nos llamaba a regresar a casa o a comenzar las tareas escolares… Allí, en el tiempo de jugar, todo podía volver a empezar, nuevamente, pensando una realidad a nuestra medida y del t…
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