La experiencia que narramos corresponde al periodo de práctica que realizamos en un colegio de Madrid, cuyo nombre preferimos omitir por diferentes motivos, a lo largo del cuatrimestre comprendido entre Marzo-Mayo del pasado curso, con las alumnas de segundo de primaria.
El denominador común de estos cursos era el alto nivel de rivalidad, agresividad e intolerancia, que manifestaban hacia la diversidad de capacidades cuando dichos grupos eran puestos en situación de juego colectivo (especialmente si éstos eran competitivos), y que llegaba a provocar situaciones de marginación entre las …