Nadie discute hoy, al menos en teoría, la importancia que tienen la lectura y la escritura en la formación de cualquier persona. Aceptamos que son dos capacidades básicas, imprescindibles para poderse desenvolver en la vida con plenitud. Pero esta unanimidad teórica dista mucho de tener una correspondencia en la práctica: en la sociedad actual, una persona puede pasar toda su vida adulta haciendo un uso muy limitado de la lectura y de la escritura, instalada en un analfabetismo funcional o parapetada tras las apariencias que proporciona la cada vez más variada cacharrería electrónic…