A menudo, los profesionales de la educación olvidamos los malos ratos que hemos pasado en nuestra larga carrera de obstáculos por el sistema educativo hasta alcanzar nuestra titulación. Cuando observamos el escaso interés que despiertan nuestras enseñanzas a un grupo de alumnos y alumnas que en el mejor de los casos aprenden a dormir con los ojos abiertos, no caemos en las muchas horas que hemos pasado, como alumnos, recibiendo un chorro continuo de información de escaso interés para nosotros. También se nos ha olvidado la infinidad de ocasiones en que nuestro ritmo cardíaco se ha …