La autonomía de los centros es un asunto bastante ambivalente. En ciertos sentidos, es algo tan obvio como deseable; tan ineludible ahora como ambivalente; tan formal y borrosa como, al mismo tiempo, un sendero que puede arrostrar secuelas de muy diversa naturaleza, unas positiva y otras no tanto.
Si, tal como parece sensato reconocer, ni los sistemas escolares ni la educación pueden pensarse como espacios por los que puedan circular férreamente opciones educativas, decisiones y prácticas, el fenómeno de la autonomía es algo consustancial a centros y profesores. Su control y dirección…