Se ha insistido con tanta frecuencia en la fuerza con que los valores y actitudes enraizados en nuestra sociedad se proyectan en la escuela, que a veces no somos plenamente conscientes del grado en que impregnan todo aquello que se relaciona con el hecho educativo. Algo de eso ocurre con el fenómeno del fracaso escolar, más concretamente con la interpretación tremendamente parcial que en general se le atribuye, ligada en esencia al no dominio de contenidos de carácter disciplinar. Sería ingenuo pensar que dicha interpretación es ajena a la valoración social de la educación escolar, …