La presencia del teatro en la escuela no es una innovación de la reforma educativa de 1990, tal como suele creerse, sino que viene de mucho más lejos: exactamente del siglo XVI. La misma Iglesia católica, que en aquellos tiempos condenaba el arte dramático (y negaba a sus artistas el enterramiento en tierra sagrada), lo favorecía y practicaba en el ámbito de sus propias escuelas, consciente de sus enormes capacidades didácticas. La manifestación más llamativa de esta opción fue el denominado teatro jesuita, que se inicia con la representación de una tragedia (el nombre de la cual…