Corría el verano de 1984, cuando una familia de Barcelona tomó una gran decisión: la hija menor que nadaba en el CN Montjuïc, despuntaba en su especialidad deportiva. Algo que era un motivo de alegría, se dibujaba como un problema: no era posible compaginar los estudios con el desarrollo de sus capacidades deportivas. La familia decidió que Laura se desplazaría a Málaga, donde existía un centro educativo que permitía y animaba el desarrollo de esta doble provincia de la formación del ser humano.
En estos 25 años, la sociedad ha cambiado, aunque a veces uno piense que demasiado l…