En la práctica docente de relacionar la literatura con el cine, un porcentaje más bien significativo de enseñantes no ha ido más allá de usar el texto literario como pretexto para asomarse a una ilustración, buena o mala, verosímil o no, con calidad o sin ella, de lo que el cine puede hacer con la literatura. Todavía el trabajo con el texto fílmico en el aula no adquiere un sentido de autonomía como para analizar con el estudiantado los valores propios de la expresión cinematográfica y continúa manteniéndose esta actividad, en gran medida, como supletoria, de mera sustitución…